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Diez razones para ver Robot Salvaje
Diez razones para ver Robot Salvaje de Chris Sanders, por Ariel Fernández
- La belleza visual. Desde el comienzo y en cada una de las escenas, la pantalla se convierte en un cuadro que capta el orden de la realidad que se traduce en un lenguaje pictórico perfecto.
- Chris Sanders. El director (Cómo entrenar a tu dragón, Lilo y Stich) repite un estilo único. Pone en contraste diferentes ambientes y “civilizaciones” para que se fusionen en aprendizajes hermosos.
- El humor. Sobre todo, en el comienzo, aunque nunca se pierde, cumple dos funciones: por un lado, resignificar lo cotidiano, y por otro sostenerse en las complicidades que los personajes construyen.
- Ser mamá. Deja en claro que los vínculos amorosos y las funciones que de ellos se esperan no están predeterminados ni se requieren modelos a seguir, sea desde el aprendizaje de Roz hasta la adorable Zarita.
- El valor de la naturaleza. Con belleza y mucha sutileza, se destaca continuamente el valor que tiene la naturaleza en el mundo en el que vivimos y los peligros de no entender que somos parte de ella y no sus dueños.
- Lo que se viene: Nos permite pensar en lo que puede ser un futuro no muy lejano, con robots haciendo todo por el ser humano.
- El amor. Si hay algo que se destaca es el amor, y lo que este sentimiento puede llegar a cambiar. Sin amor, no hay nada.
- La convivencia. En las sociedades modernas está instalada la falsa creencia que si alguien se esfuerza puede “salvarse” solo, y la película nos deja en claro que no, y que es inevitable establecer hábitos de respeto y cooperación para que la cosa funcione.
- Emoción. En todo momento la película destila emociones, y es casi imposible que eso no genere una sensación intensa y placentera por igual.
- Tiene todo. Es una historia que conjuga perfectamente aventura, acción, ciencia ficción sin dejar de poner de manifiesto un mensaje claro sobre la sociedad, los vínculos y el amor.
Ariel Fernández nació en Villa Constitución, provincia de Santa Fe, en 1983. Estudió Psicología, Análisis Institucional y Periodismo Cinematográfico. Actualmente estudia Letras en la Universidad Nacional del Comahue. Publicó los libros Voces Transitorias (Ed. Reloj de Arena, 2009), Antes de caer (Ed. Llanto de mudo, 2012), Nunca es lo que hay (Ed. Reloj de arena, 2014), Un tipo precavido (Tahiel Ediciones, 2014), Día duro (Borde perdido editora, 2017), Deseo en fuga (Cebolla de vidrio ediciones, 2018), Una manera de perder (Halley Ediciones, 2019) y alguien amó tu cicatriz (Halley Ediciones, 2021).
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