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Vi esta película cuando se estrenó, en el 2013. En ese momento, me pareció que la historia tenía reminiscencias de Drácula, aunque no había un vampiro, sino una vampira, cuyo nombre era Anabel. Me pareció que Virginia (prima de Anabel) era una suerte de Mina y que su padre sin duda encarnaba a Van Helsing.

Sin embargo, hace unos días, volví a ver la película y me di cuenta de que, en realidad, la historia está basada en Carmilla (libro que leí recién en el 2016). En vez de un accidente con un carruaje, hay un auto y un chofer misterioso que literalmente deposita a Anabel en la casa de Virginia. Anabel es Carmilla y Virginia es Laura. Y ambas, como dije, son primas. El padre de Virginia será el encargado de perseguir al monstruo, ayudado por su hermano (padre de Anabel y tío de Virginia). La historia no transcurre en un castillo sino en una casa inmensa, en algún pueblo de la Patagonia, cerca del mar. El único momento en el que se ve el sol, es el día en el que llega Anabel. Luego de su llegada, el cielo siempre es nocturno. Al poco tiempo, algunas chicas del pueblo son atacadas por un animal desconocido. La tensión entre Anabel y Virginia irá en aumento. Y el desenlace será trágico para Virginia y su padre.

A mi juicio, es una película que está narrada de un modo muy inteligente. Cita apenas los hechos principales del relato de Carmilla para contar la historia de una vampira que está condenada a huir, en primer lugar, de su familia, pero más tarde, de todos. Una vampira que a la vez padece y goza su propia naturaleza.

Julieta Manterola. Doctora en Filosofía. Autora de “Vampira” (novela ilustrada).

IG: juli.mante