La Caja de Pandora

La impotencia, preguntas y un abrazo
La impotencia, preguntas y un abrazo

La impotencia, preguntas y un abrazo, por Rocío Laria

La Caja, de la mano de Rocío, nos trae una reflexión imprescindible en estos tiempos en los que el negacionismo y la violencia política, pretenden renacer…

 

Escribo estas líneas respecto al atentado sufrido recientemente por una militante de DDHH y feminismo, integrante de la agrupación H.I.J.O.S.

No me siento cómoda compartiendo sin más, el comunicado oficial difundido por el organismo en cuestión. Entiendo que en ese acto une reafirma su posicionamiento ante sus contactos en la red social y es una forma de no “no hacer nada” ante un hecho como este, una forma de agazaparse entre tanta impotencia en contextos de fascismo “democrático”. No me siento cómoda porque me resulta un acto pasivo, un click que habla más de mí que de la crueldad de los hechos. ¿Cómo transmitir lo inefable, cómo lograr que la repetición pasiva no licúe lo monstruoso? Tampoco me siento cómoda ni creo que sea la respuesta, no hacer mención alguna de los hechos.

Me pregunto entonces, qué hay a nuestro alcance para responder ante este tipo de acontecimientos. Otro caso de violencia producto de los discursos de odio que fueron los que alimentaron el intento de magnicidio de CFK y los que contribuyen a que las amenazas vuelvan a ser moneda corriente en la vida pública.

Hay dispositivos de lucha que son tan necesarios como limitados: asambleas, comunicados, carteles con consignas. A veces siento que nos hablamos a nosotres mismes, que estamos angustiades, desmoralizades, con rabia e incertidumbre, que los mensajes quedan atrapados como burbujas impotentes rebotando en su propio refugio. Me preocupa sobre todo, no tener propuestas superadoras a las asambleas, comunicados, carteles con consignas.

Me preocupa no saber cómo llegar a ese otre tan distinto. No al arrepentide que votó a este gobierno, porque no es la intención marcar a nadie, no somos gorra, tampoco tiene sentido castigarles con un “jodete” o echar culpas, mas sí procurar que se responsabilicen. Pero hablo del otre más otre, aquel que está convencido que este es el camino, que justifica los actos de violencia, que creen los atentados son simples relatos, puestas en escena, que creen que el mercado se regula solo, que se está ajustado a la casta y que la plata que le retienen al Arte y la Educación son redireccionados a “los chicos del Chaco que tienen hambre”.

¿Cómo hacemos para comunicarnos con esas personas? ¿Hay vías posibles? ¿Vale la pena? Pensar en esto nos enfurece, nos entristece. ¿Se dialoga con fachos? ¿Y qué hacemos con ellos, entonces? Porque pase lo que pase con el gobierno en los próximos meses o años, esas ideas no desaparecerán. Jorge Julio López desapareció por segunda vez, en plena democracia. Las cosas, las bestias van y vienen de la sombra hacia la luz y viceversa, mas no significa que desaparezcan.

Pienso entonces que podemos desplegar un trabajo macro, militar, reunirnos, reventar la plaza y además uno más fino, del orden de lo subjetivo e intersubjetivo, darnos un espacio en la semana para pensar, sin tanta carga emocional, cómo hacer para habilitar la reflexión profunda de nuestres estudiantes, sobrines, vecines, compañeres, de algún modo lograr enfrentarlos cara a cara con su fascismo anti-humano (¿le conmueve lo humano? ¿Qué es humano para ésta gente? ¿Qué es humano para mí?).

Sin tanta emocionalidad, sentarnos a pensar modos eficientes de diálogo. Desde el enojo y la rabia no se persuade a nadie. Estuve mucho tiempo enojada con les votantes de Milei, porque en realidad no sabía con quién más estarlo, además de la dirigencia política en general, y era mucha la furia y muy grande el desconcierto.

En la última asamblea que llevamos adelante en la institución dónde estoy estudiando, se votó a favor la moción de crear algo así como una Comisión de Lucha cuyo objetivo es justamente, reunirnos a pensar inteligentemente, estrategias para llevar adelante la resistencia ante las políticas de ultraderecha, la represión y la violencia simbólica que transcurre a diario en las calles y en internet. Un espacio que nos permita accionar premeditadamente en nuestras maneras de decir y hacer, además de pintar el cartel y la bandera. La arena de disputa es transversal a todo tiempo y espacio, no se agota en una jornada, en una convocatoria, en un posteo o like.

Hoy se disputa algo más allá de lo presupuestario, se disputa el sentido sobre el arte, la cultura, la patria, la educación, el mercado, la pobreza, los derechos, etc. Lo curioso es que, como dijo la profe de Semiótica, esa disputa está siendo, sorprendentemente, en el plano literal. Lo dicen por la cara. No hay que andar leyendo entre líneas que el Protocolo de Seguridad habilita a disparar por la espalda y sin necesidad dar la voz de alto primero, o que los recursos naturales se venden al mejor postor, o que el actual presidente no cree en la Democracia. Hemos desarrollado, a través de las décadas y el dolor, formas victoriosas en la denominada batalla cultural. Hoy, donde todo se expone en el plano de lo literal, nos indigna y desconcierta. Nuestros símbolos son perforados por la voz en cada conferencia de prensa presidencial.

No tengo idea cómo gestionar mis emociones ni sentimientos, como somatizar lo menos posible, como proteger mi humor cada día ante tantas malas noticias y como no sobresaltarme cada vez que voy al almacén.

Tampoco es que quiera minimizar al extremo los efectos que tiene habitar un país gobernado por un tipo como Milei y cía. No quiero fingir demencia. Quiero, necesito encontrar un punto en el que pueda participar activamente en la resistencia u oposición, y a la vez cuidarme psíquica y emocionalmente. Quiero encontrar una síntesis ecológica que abrace el abanico de mi ecosistema interior y el panorama exterior, con toda la complejidad que nos traen las fronteras.

Pareciera que vivir coherentemente en este mundo es un desafío superlativo.

Para caminar en la calle sin morir de desasosiego, es preciso desarrollar la habilidad de activar y desactivar la sensibilidad, o al menos moderarla. O al menos poder saber qué hacer con todo eso cuando llegues al trabajo, a tu casa, al bar o la casa de tu amiga. Tener a mano la curita, la canción, el cuaderno, el abrazo.

Comparto esta impotencia que me estruja desde atrás la columna vertebral, como un corset para los huesos, por eso quiero abrazar a través de estás palabras, a todxs quienes tienen un llanto que le sigue de cerca, como una nube negra sobre la cabeza a punto de romper. Un abrazo seguido de silencio. Y un sol, después de tanta tormenta.

Rocío Laria

IG: rocíolaria

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