La Caja de Pandora
Luis falleció el 22 de septiembre de 2024 y La Caja resiste a la tentación de construir un homenaje trayendo palabras propias. Nada mejor que su letra, su obra y pensamiento. Abajo copiamos el link para ver y escuchar su testimonio, publicado por «Resumen Latinoamericano, La otra cara de de las noticias de América y el Tercer Mundo». De sus libros (de los que acá solo mencionamos cuatro) extractamos este fragmento de uno de ellos, el que a pesar de haber sido publicado en 1995 mantiene rigurosa actualidad.
Hombres y Mujeres del PRT-ERP (Editorial De la Campana, 1995: 20/21):
«…si el mayor éxito del Proceso y de los sistemas que le siguieron ha sido el debilitamiento en el campo popular de la esperanza de construir un mundo mejor, si una de las expresiones más nefastas de la derrota es la comprobación de que viejos luchadores y sectores populares empiezan a hablar el lenguaje del opresor, si los jóvenes que nos alzamos en los setentas no éramos sobrevivientes de una guerra o cataclismos económicos, sino los que tuvimos posiblemente la niñez más feliz de la historia argentina, hay que indagar en el pasado cuáles fueron los resortes sensibles e intelectuales que despertaron e hicieron posible en aquel momento la actitud de protagonistas y no de espectadores.
Porque a medida que pasan los años, la magnitud e importancia de la derrota política se diluye. Las clases dominantes han logrado por primera vez desde 1955 solucionar la crisis política y gobernar con cierta estabilidad social en medio de la creciente injusticia. La violencia política ha sido desplazada por una práctica de mayor convivencia. Pero la violencia social ha crecido en forma geométrica y sus niveles empiezan a ser inéditos. Las nuevas generaciones, portadoras de la fuerza de la vida, asoman a un mundo nuevo al que pueden tomar como natural. Los hechos de las últimas dos décadas empiezan a ser historia y de continuar “revolviendo” sin encontrar esos posibles nexos se corre el riesgo de quedar atrapados en el pasado.
El nuevo paradigma se construye más allá de nuestra voluntad. Cuánto podamos aportar al mismo es cuestión a dilucidar con nuestra praxis. Sin embargo una severa lección del pasado salta a la vista: la libertad y la justicia social no pueden seguir en la lista de espera detrás del carro del supuesto progreso. Lo nuevo se tendrá que formar poniendo a la orden del día esta exigencia humana. El modo que experimentan la solidaridad los jóvenes veinteañeros pensantes, su desdén por el “éxito”, por la “meta”, por los “grandes proyectos” que dificultan el diálogo con nuestra generación, en medio de un aparente “no pasa nada” parece, por el contrario, encerrar embriones de esa exigencia.
La sociedad industrial –la cultura chimenea que impregnó y puso su impronta a nuestra generación y a la de nuestros padres y abuelos– se aleja irremediablemente de la historia. El capitalismo monopolista y el socialismo científico, antagónicos entre sí, fueron sus hijos mayores. El socialismo científico se hundió con ella y el capitalismo se adecúa a la era pos industrial, retomando las aristas más duras de la esencia antihumana. Sin embargo el socialismos, así, a secas, como aspiración de la sociedad comunitaria, en donde la cooperación prevalezca por sobre la competencia es más viejo y menos pretencioso que la modernidad. Por eso no se trata de vigencia o no vigencia, se trata de necesidad y así si podemos identificar la conciencia de la necesidad con la libertad…».
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