Libros de Otres
Me tranquiliza asegurar que opino como lector, así que...
Hace años, mi amigo Enrique García me dijo que Goyeneche solía repetir: el tango sabe esperar…; lo comprobé al leer a María Moreno en esta novela o de “escuchar” este largo tango escrito. Ella atraviesa cada página como el que no sabe si llega a fin de mes. Imposible parar de leer una vez que empezaste.
Anticipo dos fragmentos:
Pg. 171: “…El agua me parecía para el bautismo y la sed. Por algo Cristo la convertía en vino como mi madre parecía convertir el alcohol en sangre…”.
Pg. 258: “…El alcohol es una patria. Por eso no se la pierde. Sólo que se puede estar exiliado a ella. Qué más argentino que un exiliado unitario conspirando en Montevideo en los tiempo en que el Restaurador cortaba los cuellos en forma de violín -o violón- o que los montoneros escuchando tango en Colonia, Roma, en el Distrito Federal, mientras planeaban la contraofensiva durante la dictadura militar. El alcohol es un Dios, por eso se puede creer en Él sin que esté presente, y por eso también se puede dejar de beber…”.
