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Carencia (Reseña)
Carencia (Reseña)

Carencia. Por una “poética del vacío”

Denise Griffith. Poesía. Editorial:Libero América – Reseña por Yhonais Lemus.

Para el crítico literario francés Maurice Blanchot (1907–2003) el acto de escribir propone entregarse a lo interminable, a lo incesante, esto sería vaciar de sentido la cosa y borrar sus límites. Es, de cierto modo, renombrar o bautizar con la palabra en una afirmación de la que no se tiene autoridad. Es así como el/la poeta pertenece a un lenguaje que nadie habla, ni siquiera otros poetas, a un lenguaje propio que ha sido retirado del mundo y despojado del motivo que apremia la comunicación donde la imagen prevalece pura y libre ante los límites temporales y espaciales.

Parto de este preámbulo para detenerme en lo que he llamado "poética del vacío" presente en Carencia poemario de la autora y traductora argentina Denise Griffith. En Carencia la imagen es en sí misma instante poético; voz que brota del silencio sin distanciarse mucho de éste, pues para adentrarnos en la propuesta de Griffith se debe establecer un diálogo con la palabra casi dicha; con un susurro/murmullo surgido de la evocación y de los trazos/trozos de algo, alguna cosa o algún recuerdo. Se trata de una poética donde la imagen aparece abierta y libre con espacios que aguardan a ser respirados y transitados por el lector, como si fuese: "un interlineado que abarque los días/ entre las sentencias/ de un poema" donde el vacío y la ausencia son la sala de espera de eso que nos da la poeta en forma de articulación inaugural.

Carencia es un libro armado de retazos armónicos, por cuatros fases, donde las imágenes toman formal verbal; Algunas fotografías y ninguna fase, constituye el primer encuentro del lector con el vacío del yo lírico. En los poemas Papilas gustativas, Paraguas invertidos, Sabiduría popular, Anhedonia se percibe la captura de los diversos momentos dispuestos en contraste que parecen ser fortuitos, o poco planificados, cuando realmente están dispuestos en esa estructura donde la poeta coloca sus pensamientos que discurren libremente:

los paraguas invertidos
reciben la tormenta
y se dan vuelta
por lo que se quedan con el agua
no la largan

la chica tiene un tatuaje de esos de moda
en su momento

que dice soltar
pero nunca suelta

cuándo hacia adentro
solo se da cuenta de que había agua cuando se derrama

llegó la hora
de la poda
de sentimientos

Hay una sensación de nostalgia y tristeza en esas palabras que no permiten mayúsculas, que casi quieren pasar desapercibidas y que proponen una rima irregular, al igual que el ritmo interno, razón por la que pasa casi inadvertida. Son así los poemas de Griffith que yerguen desde la espontaneidad coloquial fluctuada por ese tono melancólico y agudizada por las rupturas o el quiebre del propio flujo del pensamiento.

En Primera fase: Ella permanece el mismo tono melancólico, pero esta vez, se asume el imaginario de una "ella" que habla con un "él" o con un "otro/otra" desde la intimidad del silencio que impone a la palabra: tu voz encaja con la suya/ y ahí estás/ contando moneditas/ para comprar pastillas/ que callen tu tos/ / qué miedo toser sobre el silencio, ¿no? El silencio emerge de la ausencia de figuración y nunca permite la culminación del poema motorizado por la falta.

Hay un diálogo directo con el vacío, en la Segunda fase: yo, con ese cuerpo que ya no está. El yo poético construido desde la desolación: “cuesta desacostumbrarse a un cuerpo/ pero más lamento la mente que pierdo”. La ausencia es parte constitutiva de la creación.

La Tercera fase parece ser las más ambigua, se pone en escena esos trozos/trazos de instantes salidos de Tigre, Villa Gesell o de los paisajes umbríos: “en la biblioteca guardó las cartas en Inglés que recibió/ con las fotografías de amistades que cosechó”. La voz poética no va hacia un mundo más seguro, más bien alcanza el silencio y la soledad a través del tránsito por la palabra/imagen.

En la “poética del vacío” de Denise Griffith se puede rastrear una combinación perfecta entre el minimalismo propio de los imagistas; William Carlos Williams, Amy Lowell, y ese tono íntimo de los poetas confesionales angloamericanos: Robert Lowell, Sylvia Plath. Se tratan de poemas fieles a sí mismos que no se traicionan con el uso retórico de las formas.

Instagram: @yhonaislemus

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