Libros de Otres

En días así, un espejo es la respuesta que menos quiero escuchar. La imagen que me devuelve es la de un hombre derrotado. Mi vida siempre pasó por pegarle a una pelota amarilla, mirar las líneas blancas, rogar que la faja juegue para mí y tener las piernas fuertes para evitar lesiones. Ahora me toca estar fuera de una cancha, jugar mi partido en un programa de televisión, entre micrófonos, cámaras y un público al que no voy a escuchar.

En el camarín hay fotos pegadas de deportistas famosos. A un costado, el logo del canal con las cuatro letras en relieve. Sobre una mesa se enfría un café junto a un vaso de agua que trajo una de las asistentes de producción. Echo edulcorante y bebo un sorbo. Está helado. Lo dejo en un costado y noto que llega la maquilladora. Parece nerviosa. Le hago un chiste, pero ni siquiera se ríe. Yo tampoco debería reírme porque mi situación no es cómoda y estoy por contar lo que puede terminar con mi carrera deportiva.

Siento que mi vida va a cambiar para siempre. Mi bolso es lo único que me da seguridad, lo acomodo sobre una silla.

No dejo de pensar en este mundo de millones, estrellas, estrellitas fugaces y lujos, que puede esfumarse para mí cuando termine el programa.

La chica con delicadeza toma un pincel y lo pasa por mi cara.

—Es una base nada más, para que se te vea bien al aire —dice y la voz se le desgaja.

Me siento extraño, las veces que estuve en televisión nunca me habían maquillado.

—Ya está —dice la chica y me ofrece otro café.

—Pero que esté bien caliente —digo y apenas sonrío.

—Sí, se lo voy a buscar a la oficina de producción, ahí la máquina de café funciona mejor.

Ella sale del camarín.

No pasa mucho tiempo. La puerta se abre y asoma un hombre. Se queda parado sin entrar. Dice:

—En unos minutos vengo a buscarte.

No me da tiempo a responder. Es alto, tez morena, pelo corto al ras y húmedo por la gran cantidad de gel.

Vuelve la maquilladora con el café y le comento que entró una persona.

—Qué raro, venimos bien de tiempo —dice.

Nos quedamos unos minutos en silencio. Yo tomo el café y ella acomoda los pinceles en un maletín. El silencio ya es incómodo hasta que se vuelve a abrir la puerta y alguien dice:

—Martina, ¿está listo?

—Sí —responde ella.

—Señor Ezequiel Benítez, ¿me acompaña?

Me miro otra vez en el espejo. Martina podría haber puesto todo el maquillaje del mundo y nada cambiaría de lo que veo. Doy un suspiro profundo, le agradezco a ella y respondo:

—Sí, vamos.

Mauro Yakimiuk nació el 3 de julio de 1979 en Buenos Aires. Es escritor, dramaturgo, director de teatro, productor y periodista. Estudió periodismo deportivo en DeporTEA. Además, se formó en producción teatral con Gustavo Schraier y en dramaturgia con Mariana Mazover. Es el creador del blog de entrevistas llamado Entre Vidas y director de varias obras independientes. En 2018 publicó la novela Esos no son todos los vicios (Azul Francia Editorial) y en 2020 la novela El profeta (Azul Francia Editorial).