Libros de Otres
Una Playlist de intensidades/multisensible. Critica por Yhonais Lemus
Se puede encontrar en el trabajo de Maurice Merceleu-Ponty, desde Fenomenología de la percepción hasta Lo visible y lo invisible, un especial detenimiento en el cuerpo como categoría de la que se desprende diversas subjetividades con relación a la carne. Para el filósofo francés el cuerpo se presenta como un organismo que se abre al mundo para hacerlo visible desde su propia opacidad. Categoría, que en cierto modo, se aproxima a ese CsO; Cuerpo sin Órganos, que desarrolla Gilles Deleuze y Félix Guattari inspirados en la figura del poeta y dramaturgo Antonin Artaud para referirse a un cuerpo distinto al tradicional; a ese que ya está instaurado en nuestro imaginario colectivo y que funciona como un organismo operante y jerárquico. Para estos filósofos un CsO se puede fabricar partiendo de otras estructuras que se rigen por conexiones sensibles de todo tipo. Un CsO está poblado por las intensidades.
Destaco estas breves consideraciones porque desde que leí Playlist, la edición del 2015, del poeta, editor y cineasta chileno Ernesto González Barnert he estado reflexionado sobre cómo se elabora una poesía/texto/cuerpo abierta a otro cuerpo, la del lector, en forma de entidad que hace posible las múltiples tramas de experiencia que se tejen entre el exterior y el interior. Podría decirse que en Playlist hay un cuerpo, que se hace presente desde un yo poético muy particular, dada la experiencia de una realidad que no cesa de rehacerse y deshacerse, es decir que desarrolla un CsO; un campo de experimentación.
En Playlist hay una especie de potencia vital que se desborda y conjura la atmósfera perfecta desde los diversos referentes culturales que le permiten al lector transitar los poemas. Porque Playlist es un recorrido atrevido, mordaz, a veces tierno, y lleno de humor inteligente de un yo lírico que se desplaza desde la palabra a la música y llega a los sentidos: territorio del cuerpo pleno de placer; CsO, que parece como flashes dejando siempre algo:
En mi adolescencia
no había nada más lindo
y desesperado
que darse un beso
con Creep de Radiohead
Más allá de que el cuerpo desmembrado artodiano, por decirlo de alguna manera, no esté presente en el breve poema, ni en él libro de manera marcada, el CsO se puede apreciar en desde los diversos niveles sensitivos. Ya que el lector debe acudir al cuerpo vivido que invoca al pasado. Se configura fuerzas de distintos órdenes; lo audible, lo visibles, lo tangible. La experiencia del lector se posa sobre la experiencia del yo poético creando una complicidad con este al recordar, si posee el referente de la canción, la voz y el cuerpo de Thom Yorke: vocalista de Radiohead interpretando uno de los temas más raros y depresivos de los 90' que habla del chico marginado que no es lo suficientemente bueno para una chica a la que ha idealizado como un ángel. La atmósfera del poema, creada casi al azar, parece ser tanto acogedora como distante gracias a ese ritmo interno conversacional parecido a un pensamiento que por error se nos escapa en voz alta y que verbalizamos para estar más próximos a ese recuerdo. El poema comunica desde la palabra, la doble imagen; la adolescencia y el video del tema, además del recuerdo sonoro. Es por ello que González Barnert presenta una poética trazada como horizonte de sensaciones posibles:
El remedio que me dio la doctora
costaba 18 mangos. Más los 25 de su consulta
(que fue mirar un minuto mi garganta
y comprobar que tenía razón, era amigdalitis).
Por supuesto, adiós farmacia.
Ahora al bar a tomar tres, cuatro micheladas
escuchando a todo lo que da Been Down So Long
de los Doors. La salud está sobrevalorada.
Aquí retomo a Ponty para atreverme a decir que el cuerpo mantiene el espacio vivo y crea un sistema a través del poder universal de todas las conexiones posibles. El yo poético articulado desde el pasado, del cuerpo enfermo con amigdalitis, sigue viviendo y modifica el presente: “tomar tres, cuatro micheladas / escuchando a todo lo que da Been Down So Long”. Las dos realidades coexisten; por un lado la enfermedad “amigdalitis” y por otro el deseo que intenta borrarla desde el goce que agujerea el cuerpo orgánico y motoriza al CsO (Cuerpo sin Órganos). La canción Been Down So Long aparece como línea de fuga inorgánica: C'mon, c'mon, c'mon/ And set me free; aquella letra inspirada por los momentos de encarcelamiento, tras las presentaciones de la banda de los Doors, es un grito que busca liberar la vida allí donde está cautiva. En todo caso el pensamiento del yo poético es arrastrado fuera de toda unidad de conciencia.
La potencia rítmica en el poema se relaciona directamente con la sensación porque se introduce dentro de los niveles y los dominios del cuerpo. Dice la poeta Alicia Genovese, en Leer poesía. Lo leve, lo grave, lo opaco, que: “El ritmo del poema es un pulso, un sistema nervioso armado con el lenguaje. Es movimiento y, como tal, una dinámica” Pensando en la poética de González Barnert diremos que la tarea de su ritmo poético consistiría en hacer audible la unidad vital de todos los sentidos; desarrollar una figura multisensible:
El día anterior a que te cayeras mamá,
perdieras la fuerza en las piernas,
te recuerdo poniendo a Memphis La Blusera en vivo
señalándome cuál sí y cuál no te gusta,
mientras preparábamos el ceviche de salmón.
El ritmo interno del poema circula por esa aliteración de la vocal “a” que lo hace envolvente y seco; permite que la imagen sea aún más profunda y poderosa. Este movimiento se mantiene constante en todo el poemario; será la potencia vital abierta al mundo que conecta desde la naturalidad de la expresión oral, característica de esa poesía conversacional latinoamericana de los años 60'. El efecto poético de Playlist es espontáneo pero no escapa de la estética y de todos esos referentes musicales que hacen del libro un caldo de cultivo. La imagen de la madre asociada a Memphis La Blusera se hace tanto audible como visual gracias al referente de la banda de blues porteña, de allí que el yo lírico elabore un cuerpo/texto por el que circulan intensidades que se enlazan al CsO del lector como si fuesen una sola onda musical con amplitud variable de emociones.
De esta manera los poemas se construyen CsO cuando la imagen se libera de su función específica y deviene en órgano para captar fuerzas sensoriales:
Despierto en mitad de la noche
y voy a la pieza de mi hermano, enciendo la luz,
le pido toque otra vez Julia de los Beatles.
Y sin decir nada sale de las sábanas,
saca la guitarra del estuche y comienza.
Luego la guarda, aprieto el interruptor
y me quedo unos minutos en la oscuridad.
Después bajo al primer piso
a calentarme el almuerzo.
Los versos aparecen tras la combinación de giros coloquiales transfigurados y se hacen aún más intimistas cuando cita la canción Julia de los Beatles. Este recurso genera un guiño de complicidad con el lector ya que puede aproximarse desde la candidez y la nostalgia; recordemos que la canción fue escrita en memoria de Julia, la madre de John Lennon, al cumplirse diez años de su muerte. Los versos de manera solapada hablan de los problemas que podrían afectar a cualquiera; la depresión, la soledad, el sentimiento de abandono tras la desaparición física de un ser amando. Se percibe un yo lírico que se compromete con el lector opinando de manera natural sobre la existencia de temas complejos que afectan nuestros días. De allí que la poética de González Barnert se vista de humilde decencia cotidiana sin alejarse del plano de la inmanencia.
La obra puede hacerse un CsO y pasar de uno a otro como fluido; ese mismo vitalismo práctico que refería Deleuze que pretende seleccionar los buenos encuentros aumentando la potencia de vida, confiando en definitiva que: “Escribir es bajar el volumen creyendo que alguien llama”. Escribir es conectarse con el otro para reconocernos sensibles y en falta pero nunca solos.