Libros de Otres

Identidad Vampira.

Vampira, el libro que Julieta Manterola publica en versión digital, constituye una nueva versión de esta criatura, en este caso femenina, que forma parte de la mitología de diversas culturas. De hecho, Manterola cita la película Nosferatu, de Werner Herzog, donde Klaus Kinski le pone su particular impronta al personaje, como una primera aproximación a esta temática por parte de la joven protagonista de su relato.

La conversión es el eje alrededor del cual se estructura el texto. Con el tinte de una violación, alguien pasa a ser otra, y debe redefinir los vínculos con el mundo. ¿Cómo se es vampira? ¿Qué relación hay entre el sexo y esta nueva condición? ¿Se resume todo en un deseo de posesión, o de ser poseída?

Encadenada a la soledad, la protagonista la disfruta y la padece. En el capítulo “Entrenar la voluntad”, hay una hermosa descripción del placer que se experimenta al correr sola, acompañada únicamente por el ritmo de la propia respiración. Si nunca se sabe lo que puede un cuerpo, como dice la famosa frase, tal vez en la carrera se vislumbre algo de ese saber.

“Cuando salgo a correr, me concentro en el camino. No escucho música ni nada. Avanzo en silencio, metro por metro, paso por paso, durante kilómetros y kilómetros. La soledad que se experimenta cuando uno corre es muy extraña. Ni siquiera cuando estoy sola en mi casa estoy tan sola como cuando entreno. Con el tiempo, la experiencia de esa soledad se vuelve casi adictiva”.

Pero posterior a la conversión hay una nueva soledad, que trae consigo una tristeza. Hay un sentimiento suave y resignado ante la inevitable distancia entre ella y los demás. La sangre parece coagular entre la añoranza por la vida pasada y la incertidumbre de la nueva.

A través de un estilo conciso, de frases cortas y diálogos breves cuya sustancia queda fuera de campo, quien lee se asoma a la extrañeza de la joven vampira, arrojada a un mundo donde el tiempo se acerca a la eternidad.

Un párrafo aparte merecen las excelentes imágenes en blanco y negro que acompañan el texto. La solidez de los rasgos parece ser el contrapunto exacto del tono evanescente del relato. El procedimiento de incluir en la historia un ilustrador como confidente de la joven, el cual le propone dibujar las sensaciones que va descubriendo, permite borrar la frontera entre ficción y realidad. ¿Quién escribe, quién dibuja? ¿Los personajes o los autores?

El final es abierto. Otra criatura femenina aparece, y deja su marca en el cuerpo, esta vez erotizado, de la protagonista. A partir de esta conversión, ¿se constituye un nuevo objeto de deseo? Desde este lugar se juega la última escena, observada por la joven desde el balcón y que sugiere una dinámica de la pareja: hombre perseguidor-mujer perseguida, ¿obligará a Vampira a una toma de posición, como hiciera anteriormente, vindicativa de su género? ¿Se repetirá la agresión que la obligó a actuar haciendo uso de su nuevo poder, en defensa de la mujer?

Preguntas que se abren a las/los lectores para que puedan elegir su propio final. O comienzo.

Liliana Piñeiro. Poeta y psicoanalista. Publicó los libros Algo sobra en las delicadas patas de los insectos y Acto verbal. También es coautora del poemario Moebius.