Textos de Otres

El viaje (Cuento)
El viaje (Cuento)
El Viaje - cuento de Rocío Leiva

Era un día como cualquier otro, me levanté, abrí las ventanas y vi el cielo gris. Mientras el agua del mate se calentaba, encendí la tele y oí que llovería y hasta podría caer granizo, puteé a la del pronóstico como si me escuchara. Tomé unos mates mientras escuchaba las noticias, siempre lo mismo, nada bueno bajo el sol.

Con el auto en marcha puse llave a la casa, subí al auto y antes de salir bajé para comprobar que había cerrado bien la puerta, cosas que solo los obsesionados hacemos. A pesar de putear a la del pronóstico, tenía razón, no pasaron cinco minutos que comenzó a llover, esa llovizna molesta pero que de tan molesta podría generar más trabajo. Llegué a la agencia y había poco movimiento, hice pocos viajes y me empezaba a preocupar la escasa recaudación que tendría ese día. Me avisaron que después del mediodía debía hacer un viaje, ir a La Plata a buscar a un pasajero y llevarlo a capital, el solo hecho de pensar el tráfico de La Plata a Capital en horario pico me ponía de mal humor.

Llegué a la casa ofuscado de pensar en el tráfico, sobre el cordón de la vereda me esperaba el pasajero, un viejito que vestía pantalón de gaucho, camisa, chaleco y boina. Subió al auto, me saludó amablemente y emprendimos el viaje, lo miré varias veces por el espejo retrovisor, su rostro irradiaba un destello de ilusión y al mismo tiempo preocupación, sus ojos buscaban descanso, sus manos agrietadas en posición de plegaria me dejaban entrever al menos un poco qué había detrás de sus canas. Durante el viaje iba y venía el silencio, algo en ese viejito llamaba mi atención. Llegamos a destino y lo único que atiné a decirle fue que se cuidara, lo dejé en capital y con él se fue mi mal humor y se quedó con el silencio de mis pensamientos

Durante el día seguí haciendo viajes, pero mi cabeza se había quedado con aquel viejito de boina y manos agrietadas. El día corrió tan rápido que ya estaba de regreso en casa, como de costumbre preparé el mate, entré a los perros y encendí la tele. Mientras tomaba mate escuché “un desaparecido en democracia”, el título me sacudió, miré y en la pantalla de la tele estaba la foto de mi pasajero, se me erizó la piel. Atónito subí el volumen y escuché decir al periodista “Jorge Julio López salió de su casa para ir a escuchar la sentencia de Etchecolatz pero nunca llegó a tribunales”, sin poder creer lo que escuchaba me senté y dije en voz alta “Yo lo dejé en Capital y le dije que se cuidara”, el único que me escuchó fue mi perro que ladró como queriendo responder y alzó su pata sobre mi pierna como queriendo abrazarme.

Leiva Rocío, Prof. de Nivel Primario, Estudiante de la Lic. en Educación

@robeleiva

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