Libros de Otres
Me tranquiliza asegurar que opino como lector, así que...
Si hay una escritora que hace rato merece el Nobel, esa es Joyce Carol Oates. Agua Negra (Editorial Tiempos Modernos) fue la primera novela que leí de ella; fue una recomendación de Héctor Lastra.
Joyce, con el lenguaje directo que la caracteriza, te mete de una y sin concesiones en la historia de una chica que se muere. Son los segundos previos a esa muerte, en los que su vida la atraviesa. Ella sabe: ya no escapará de la cabina de aquella camioneta que se hunde irremediablemente en el río.
Como siempre, va un párrafo (pgs. 84/85), y por favor, déjense tentar:
“…Estaba sola. Él había estado con ella y se había marchado y ahora estaba sola pero él desde luego iría a buscar ayuda.
Trastornada por no saber desde el primer momento dónde se hallaba, que clase de lugar opresor y hermético era ese, que clase de oscuridad, por no saber qué había ocurrido al haber sido de un modo tan repentino como una escena rápida y borrosa vislumbrada a través de una ventanilla en movimiento, y además tenía sangre en los ojos, sus ojos abiertos de par en par y aun así ciegos, su cabeza en la que una arteria latía con fuerza allí donde el hueso estaba roto, sabía que lo tenía roto y estaba convencida de que por esa fisura el agua negra penetraría para extinguir su vida a menos de que encontrara una manera de escapar a menos que… él desde luego regresará para ayudarme…”.
Horacio Esber
Me tranquiliza asegurar que opino como lector, así que...
Si hay una escritora que hace rato merece el Nobel, esa es Joyce Carol Oates. Agua Negra (Editorial Tiempos Modernos) fue la primera novela que leí de ella; fue una recomendación de Héctor Lastra.
Joyce, con el lenguaje directo que la caracteriza, te mete de una y sin concesiones en la historia de una chica que se muere. Son los segundos previos a esa muerte, en los que su vida la atraviesa. Ella sabe: ya no escapará de la cabina de aquella camioneta que se hunde irremediablemente en el río.
Como siempre, va un párrafo (pgs. 84/85), y por favor, déjense tentar:
“…Estaba sola. Él había estado con ella y se había marchado y ahora estaba sola pero él desde luego iría a buscar ayuda.
Trastornada por no saber desde el primer momento dónde se hallaba, que clase de lugar opresor y hermético era ese, que clase de oscuridad, por no saber qué había ocurrido al haber sido de un modo tan repentino como una escena rápida y borrosa vislumbrada a través de una ventanilla en movimiento, y además tenía sangre en los ojos, sus ojos abiertos de par en par y aun así ciegos, su cabeza en la que una arteria latía con fuerza allí donde el hueso estaba roto, sabía que lo tenía roto y estaba convencida de que por esa fisura el agua negra penetraría para extinguir su vida a menos de que encontrara una manera de escapar a menos que… él desde luego regresará para ayudarme…”.
Horacio Esber
Me tranquiliza asegurar que opino como lector, así que...
Hace unos días, Sandro Barrella me recomendó (y vendió, obvio) “Una Historia de amor y oscuridad” de Amos Oz y apenas empecé a leerlo pensé:
Con razón este tipo -Sandro-, escribe tan bien; lógico, el arte de la escritura está íntimamente emparentado con la buena lectura.
Viaje Sentimental, tiene la cualidad de traerte desde el ayer al hoy sin que te des cuenta pero más que eso, te hace viajar por afuera mirándote adentro. Este libro de poesía es para llevarlo en la mochila (cartera, portafolios, bolso, etc.) vayas donde vayas, leer de a una a la vez, quedarte pensando y disfrutar.
Un verso de regalo, del poema titulado “Lo que se ve desde esa altura -Impulso lírico-”:
“…
Soy un Hombre Soviético
Un hombre de este siglo
Que es el siglo comunista.
Llegaré a buen puerto, llegaré
Y tendré sus ojos, los ojos
De millones de soviéticos grabados en mis ojos
Como millones de estrellas grabadas
En el cielo.
¡Mis retinas son el cielo!...”
Horacio Esber
Me tranquiliza asegurar que opino como lector, así que...
Esta novela bien podría haber sido una biografía; por suerte no lo es porque la prosa de Elsa Osorio consigue desde la ficción que te metas de lleno en la vida real de Mika Etchebéhère, esa anarquista argentina que luchó en la Guerra Civil Española y que, como dice en la contratapa, es una de las mujeres olvidadas por la historia.
Lo lees de un solo tirón, vas y venís en el tiempo, recorrés ciudades (Barcelona, Buenos Aires, Esquel, París, entre muchas más), te emocionás siempre; y aunque haya sido dura, por momentos deseas habitar en la apasionada vida de Mika.
Transcribo un fragmento del texto (pgs. 273/274):
“…Los jóvenes ya la conocen, le sonríen cuando atraviesa las barricadas que están levantando: Bonjour camarade (…) La chica rubia, Lise, fue la que le dijo que ella le recordaba a su abuela, claro que su abuela no estaría allí, es una burguesa.
Mika se acerca y le mira las manos tiznadas, las uñas se le han puesto negras de tanto arrancar adoquines (…)
-Los adoquines hay que arrancarlos con guantes –explica Mika.
-¿Guantes? – la chica la mira desconcertada-, yo nunca usaré guantes, ni cuando sea mayor.
Mika se agacha y levanta un adoquín.
-Si no usas guantes, tus manos sucias te delatarán…”.
Horacio Esber
Me tranquiliza asegurar que opino como lector, así que...
María Sella es una de mis sobrinas. Hace unos días me pidió este libro. Yo recordé que ha sido una de las mejores novelas que he leído. Harper Lee, su autora, consiguió encontrar una manera de narrar este enorme drama (racismo, discriminación, hipocresía social), contándonoslo desde la especial mirada de un niño y una niña.
Decir que es una obra magnífica resulta tan cierto que queda obviado el lugar común que representa tal expresión.
También hay una película (en mi opinión, mucho mejor el libro), se puede ver en varias plataformas, por ejemplo, Netflix: VER
Transcribo un fragmento del texto (pgs. 198/199):
“…Mientras el juez Taylor golpeaba con su mazo, el señor Ewell estaba sentado con aire engreído en su silla de testigo, contemplando su obra. Con una sola frase había convertido a personas contentas en una multitud tensa y murmuradora, hipnotizada lentamente por los golpes de mazo que sonaban con intensidad decreciente, hasta que el último sonido que se oía en la sala fue un débil pinc-pinc-pinc; el juez bien podría haber estado golpeando la mesa con el lapicero.
En la posesión de su sala una vez más, el juez Taylor se echó hacia atrás en su sillón. De repente se le veía cansado; se le notaba la edad y yo pensé lo que Atticus había dicho, que él y la señora Taylor no se besaban mucho…”.
Horacio Esber
Me tranquiliza asegurar que opino como lector, así que...
Javier García Espil me recomendó este libro de Ryszard Kapuscinski. Se trata de las crónicas que este periodista polaco recogió durante su estancia en África. A cada paso de su relato conseguimos estar allí. Como se lee en la contratapa, Kapuscinski no hizo el recorrido habitual, “estereotipado”, de los visitantes en el más diverso continente del mundo. No. Él recorrió las entrañas de África y su gente, para después regalarnos esa experiencia.
Este libro no puede definirse en un solo género porque es muchos al mismo tiempo: novela, cuento, poesía, ensayo…
Transcribo un fragmento del texto (pg.145):
“…Las moscas estaban en todas partes. Irritadas, enfurecidas y rabiosas, formaban espesas nubes negras (…) En el suelo, en medio de la inmundicia y el polvo, yacían personas hechas un verdadero esqueleto. Eran pobladores de las aldeas vecinas. La sequía los había privado del agua y el sol había quemado sus cultivos. Llegaron caminando a la ciudad con la última esperanza de encontrar allí un sorbo de agua y algo para comer. Desahuciados e incapaces de más esfuerzos, morían de hambre, una muerte que es la más silenciosa y sumisa de cuántas existen…”.
Horacio Esber
Me tranquiliza asegurar que opino como lector, así que...
Dublineses, es un libro de cuentos de James Joyce y creo, la manera óptima de introducirse en la obra del irlandés.
Dos de estos cuentos son para mí de los mejores que he leído:
“Copias simples”, es uno de ellos; pocas veces un cuento produjo en mí semejante angustia, justo al final e inesperadamente.
“Los Muertos” es el otro, en un relato redondo, completo, desde el inicio hasta el final, no es posible agregar una palabra más a lo ya escrito. Verdadero placer leer este libro.
La voz de Julio Cortázar, incluso él mismo se mofa de ella, es la que nos lleva a través de su relato.
Entiendo que, deteniéndonos en sus textos, es una buena manera de tenerlo presente...
CORTÁZAR LEE A CORTÁZAR
Me tranquiliza asegurar que opino como lector, así que...
Hace años, mi amigo Enrique García me dijo que Goyeneche solía repetir: el tango sabe esperar…; lo comprobé al leer a María Moreno en esta novela o de “escuchar” este largo tango escrito. Ella atraviesa cada página como el que no sabe si llega a fin de mes. Imposible parar de leer una vez que empezaste.
Me tranquiliza asegurar que opino como lector, así que...
Lina Meruane encuentra la manera exacta para decir lo que muchos callan por vocación o miedo; pero además lo hace con maestría literaria: “Volverse Palestina” es un texto que transita a un mismo tiempo la magia de la literatura, la verosimilitud del ensayo y la actualidad de la crónica periodística.
Me tranquiliza asegurar que opino como lector, así que...
Con este libro, Diego Alfaro Palma obtuvo el premio municipal de Santiago (Chile) 2015. Encontré en estas páginas, mixturadas, la magia del decir y la crueldad de los hechos. Por eso me resultó imposible no releer algunos poemas, incluso hasta tres veces.
Me tranquiliza asegurar que opino como lector, así que...
Los italianos a la guerra es uno de esos libros de poesía en los que la estética parece estar puesta en función de la agudeza del poeta.
Qué es si no: “…mercado negro del deseo/en potencia las viudas poseídas/por fascistas neofascistas/protodemócratas de la futura democracia…”